DERECHOS BÁSICOS: EL AGUA, LA TIERRA, EL AMBIENTE SANO (por Clara Riveros Sosa)

19.02.2012 15:49

 

   Publicado en El Diario de la Región, de Resistencia, Chaco, el sábado 18 de febrero de 2012

  

 “Si el agua es infinitamente más que un recurso y significa la vida misma, disponer de ella se constituye en un derecho humano básico y, como tal, debe ser protegido, y protegidos también sus lugares de generación y de reserva, como los bosques y los humedales.  Y en la gestión del agua, como en tantas otras áreas, si el estado no resulta buen administrador, la democracia al menos tiene caras visibles y da la oportunidad –aun trabada con arduas dificultades- de exigir y de participar.” 

El aire de estos días creeríamos que sale de un inmenso y calcinante horno (¿de arrabio?) de esos que no se apagan nunca.  Los chaqueños de toda la vida, expertos en calores, en estos últimos años los sufrimos, sin embargo, como si nos hubiésemos criado junto a los glaciares. Nuestras casi derretidas neuronas empiezan a divagar acerca de si no sería este Chaco la verdadera Tierra del Fuego.  

   Pero ni siquiera las temperaturas agobiantes y prolongadas ni el persistente azote de la sequía parecen suficientes para que nos pongamos a pensar de una buena vez en cómo encarar esta realidad climática que se agrava año tras año y que, aunque parezca increíble, no se ve contemplada en planes ni decisiones oficiales o empresariales. Haciendo caso omiso se sigue adelante como si nada. Se deforesta como si la tierra no necesitara sombra ni humedad, arrasando con la vegetación nativa que durante largos milenios se adaptó a las condiciones propias de esta región, esto es que “aprendió” a vivir en ellas y desarrolló una única y poderosa sinergia con todo cuanto constituye su ambiente. Se avanza con  monocultivos que muy probablemente se marchitarán en algún momento por emergencias hídricas, o bien que prosperarán, pero gracias al agua que se le sustraerá a la gente y a los animales, la misma privación que se ejerce para satisfacer la demanda de industrias extremadamente exigentes del líquido vital. Se plantean proyectos de canales y sistemas de riego que  dependen de un río de régimen tan irregular y cambiante como el Bermejo que está transformando constantemente su curso y que arrastra sedimentos en cantidad tan generosa que –para los expertos- resultan identificables en la conformación de las islas del Delta del Paraná, más de 600 Km aguas abajo. A nuestros ricos humedales –generadores de vida, soportes de la producción- se les asignan usos arbitrarios y contaminantes, menospreciando  así  muy peligrosamente la función irreemplazable que cumplen, más aun  en el  mundo de  hoy que  clama con desesperación por agua dulce y limpia, dado que su escasez constituye uno de los problemas más serios que afronta la humanidad. 

     Todo lo anterior, más muchos otros elementos de juicio, quitan el sueño a los pobladores y llevan a numerosos investigadores científicos a realizar análisis interdisciplinarios que indagan a esta compleja realidad en búsqueda de  respuestas a la infinidad de interrogantes que se les presentan sobre el futuro ambiental de la región chaqueña y en el que avizoran un horizonte de anunciada desertificación. Tal lo atestigua la nutrida bibliografía publicada sobre estos temas. En la misma línea,  la ciudadanía se encuentra preocupada por la entrega de tierras en la zona del Interfluvio que nuestro gobierno provincial daría en calidad de arrendamiento a empresarios árabes sauditas, exactamente a Al-Khorayef Group Company (AGC).  Inquietan tanto las contradicciones en que se incurriría respecto del texto constitucional como el hecho de que se trata de una zona que comprende a pobladores de largo arraigo (y ahora de incierta situación), más  la preferencia que se expresa por los latifundios en menoscabo de campesinos aborígenes y criollos, y que la realización del proyecto implica el desmonte y la devastación irreversible de una particular, magnífica y frágil biodiversidad, cuestión que se entiende mejor si se explica que esas tierras serían vecinas inmediatas del área tan ponderada de La Fidelidad. Más todavía: un emprendimiento de tales características afectaría directamente a la proyectada reserva o parque y desvirtuaría los declarados propósitos de su preservación.  Y esto sin mencionar los duros impactos climáticos en que redunda el desmonte de una extensión tan grande, impactos que no son exclusivamente de índole local y regional, habida cuenta de que la progresiva desaparición sobre la faz de la Tierra de selvas, bosques nativos y pastizales naturales incrementa -todos los días- el Cambio Climático global, que no consiste sólo en calentamiento sino que se traduce en alteraciones extremas, bruscas y violentas. Es lo que se aprecia en Europa, donde se contabilizan las muertes por golpe de calor en el verano y, en la temporada presente, las acaecidas por los fríos siberianos que se abaten sobre lugares que se hallan increíblemente distantes  de Siberia.  

    Conscientes de lo que les deparará el destino de continuar  por esa vía, la presión ciudadana y  la decisión de la justicia de la provincia de Río Negro sentaron precedente al abortar recientemente un acuerdo de arrendamiento para explotación agrícola (¡soja patagónica!) entre su gobierno y una empresa estatal china (2) con similitudes con lo que aquí nos preocupa y que allá hubiera devastado el ambiente,  puesto en peligro a muchos productores regionales y acaparado grandes volúmenes del agua tan preciada. El convenio habría  abarcado 330 mil hectáreas de los valles Medio e Inferior del río Negro y de una zona a la vera del Río Colorado.   

    Hacemos estas reflexiones  justamente en esta época del año que, hasta marzo inclusive, abunda en  efemérides referidas al agua. Así, el pasado 2 de febrero, fue (1) el Día Mundial de los Humedales, coincidente con la fecha fundacional de Resistencia; pero ni siquiera esa coincidencia alcanza jamás para que se establezca en la conciencia colectiva la relación estrecha entre una y otra cosa, puesto que estamos asentados en medio de uno de los humedales fluviales más largos e importantes del planeta y quizás el más extenso con sus cerca de 15 millones de hectáreas reales y 3 millones de ellas protegidas, ya que recorre parte de Brasil, Bolivia, Paraguay y principalmente la Argentina, abarcando ambas  márgenes de los ríos Paraná y Paraguay.   

“Sé todo pero no comprendo nada

         René Daumal (1908-1944)

 

    Muchos de los problemas ambientales que nos aquejan responden a que nuestra dirigencia no puede entender la complejidad del ambiente porque tiene profundamente internalizada  la compartimentación en áreas de la naturaleza y del conocimiento, y las aísla, a la vez que las reduce a lo que puede ser cuantificable, medible, pesable y-por supuesto- también valorable en términos de rédito obvio e inmediato. Lo mismo ocurre con buena parte de la sociedad -de la cual aquéllos son sólo emergentes- y se halla impuesto por una educación que procede por casilleros ¡y el ambiente es transversal! Se ingresa de esta manera en lo que cierto sociólogo llamaba “cuantifrenia” (3) y otros bautizan con lo que se traduciría como “aritmético-manía”, supuesta afección que  nos aparta de la realidad en la cual, por el contrario,  todo lo que nos da condición de seres vivos y de humanos resulta  absolutamente imposible de mensurar.

 

(1) – Sería muy gratificante poder  escribir alguna vez –y con razón suficiente- que “celebramos” con felicidad el día de los humedales.

(2) - Heilongjang Beidahuand State Faros Business Trade Group Co.

(3) -  Pitirim Sorokin. (1889-1968) Sociólogo ruso-estadounidense. Él interpretó que la actual falta de solidaridad que cunde en la sociedad  es el resultado  de una sobre-estimulación de lo material que obligadamente  lleva a desarrollar un cerrado individualismo y a entender a la colectividad como a una mera suma de individuos.

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¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?

                                           Thomas S. Eliot, poeta anglo-estadounidense, en Coros de la Piedra.

 

“Ingresamos en una época signada por la incertidumbre, por la existencia de amenazas, que no son solamente políticas y sociales sino también, por ejemplo, ambientales; en el fondo no estamos seguros de que el planeta pueda subsistir en los próximos siglos si no se toma una serie de precauciones. En este mundo caracterizado por la precariedad y la inseguridad, amenazado por agresiones a gran escala, ya no se pide a los políticos que mejoren las cosas, sino que no las empeoren, que ayuden a conjurar las amenazas que pesan sobre nuestro futuro.”  

                 Marc Abélès, francés, antropólogo, escritor, discípulo de Claude Levi Strauss

El texto  que antecede es apenas un fragmento de un más que interesante reportaje, con muchos pasajes notables, que le hiciera al autor un periodista de Clarín y que fuera publicado en ese medio el 8 de junio de 2008. 

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