ME VENGO A ENTREGAR...

26.10.2012 23:59

 

                                                             Un lugar, un día, un mes, un año
Mis queridos 
Comunicadores, Periodistas
Locutores:
                       
               De mi mayor consideración:
 
                 Me vengo a entregar. Sé que están buscando responsables de las cosas que suceden últimamente, y, como ya no puedo seguir huyendo: ¡¡¡Me vengo a entregar!!!
                 Mi nombre es Sociedad, mi apellido: Argentina. Mis años no vienen al caso, porque sólo son un cúmulo de tiempo, mas no así de aprendizaje. No estoy casada con nadie pero tengo millones de hijos. Vivo en el país de la libertad y reconozco que hice abuso indiscriminado de todos sus recursos, hasta del libre albedrío reconozco que abusé.
                 Pido perdón. Me siento avergonzada. Nunca quise que algunos de los hijos que he parido sean como son, pero me hago responsable por todos ellos. Por todos. Por mi benevolencia. Por no haber usado a tiempo el poder que tengo y el que, lo voy perdiendo cada vez más, tal vez por un poco de comodidad. Lo reconozco.
                 Soy responsable de y por todo.
                 Se preguntarán por qué vengo a entregarme a ustedes, a un medio de comunicación. Pues bien, he reflexionado y me di cuenta que ustedes, con todas sus fallas y aciertos, son casi una institución, y como tal son los únicos que quedan funcionando.
                   Ustedes son mi nexo. El nexo conmigo misma. Con mis hijos todos.
                   Sé que están espasmados por los últimos acontecimientos, no los culpo. Les sobran razones para estarlo porque mi falta de responsabilidad llevó a lastimarlos tanto. ¡¡Cómo me duele eso!! ¡¡Cómo me duele haber sido tan mala y haberme dormido en la comodidad de dejarles la tarea a otros!!   
                   Una y tantas veces fallé en las elecciones que realicé. Me conformé quizás con migajas y a pesar de que crecí, no maduré, porque seguí muchas veces vislumbrándome con espejitos de colores. 
                   Me duele la herida que les veo sangrar, y también todas aquellas que están en lucha por cicatrizar, pero que…no cesan en su dolor. ¡¡Perdón por todo eso!! Perdón a esas hijas  e hijos míos que mucho lucharon por formar a mis nietos y que otros hijos míos vinieron, no sé con qué motivos, a dañarlos tanto. Daño que se acrecentó muchas veces más por la indiferencia de mis otros hijos. De esos otros hijos que me engañaron al decirme que cuidarían del resto, que confiara en ellos y les di mi venia, -bendita en muchas oportunidades-, y no cumplieron. Me duele, porque soy responsable de su engaño y de su no cumplimiento.
                      Nunca les tiré las orejas ni los puse de penitencia en un rincón, porque creí que entendían lo que yo deseaba y se lo demostraba cada vez que emitía mi opinión en privado y a oscuras, porque así me enseñaron que debe ser. Nunca lo hice, y volví en muchas oportunidades a darles mi confianza o he visto cómo entre ellos se brindaban ese ¿apoyo?, siguiendo un ¿ideal? e intentaron convencerme de que trabajarían juntos por un mismo fin: TODOS SUS OTROS HERMANOS. Pero no, fallé en eso. Sé que no lo hice por falta de rincones tal vez, o por la fragilidad de mis dedos y ese temor a rompérmelos al tironearle esas orejas. Lo sé, más que razones son excusas, pero, qué decirles: ¡¡me faltan tantos argumentos!!
                           Y no me faltan argumentos porque en la escuela no me hayan enseñado a argumentar, como tantas veces he gritado, sino, porque yo misma le dije tantas veces a la escuela que los argumentos que me enseñaban, en la calle no me servían, pero nunca asumí que podía usar esos argumentos para que sí funcionen algunas cosas en esas calles por las que caminan también los hijos míos. 
                         ¡¡Estos hijos míos!! Hijos míos de distintas profesiones, ocupaciones, algunos son también periodistas como ustedes; de diferentes edades: unos ancianos, otros con aroma a juventud, otros en pañales. Hijos míos que andan en autos lujosos, otros en motos, otros en carros, otros a pie, otros como pueden. Que viven en casas fastuosas, en las villas, en altos edificios, entre chapas de cartón…Morochos unos, rubios o colorados otros…Diversos son mis hijos…pero todos nacieron de mí…yo los he parido…pero sólo me ocupé en parirlos… Lo asumo. No me ocupé en cuidar su gestación ni tutoriarlos en su crecimiento, y hoy, qué locura, hoy me preocupan lo que son. ¡¡¿¿En qué estaba que no me ocupé?!!
                                  No busquen responsables  fuera de mí, porque yo lo soy, en toda mi totalidad soy la responsable. 
                             Aquí estoy, me entrego, pero no me pongan esposas p precintos solamente, ya suficiente atada tengo mis manos. Ayúdenme a educar a mis hijos. Ayúdenme a hacerles entender a esos hijos míos que son buenos hijos, que no esperen tampoco que los otros hagan algo para mejorarme, porque de alguna manera también con la omisión ellos van dejando que yo siga como voy. Ayúdenme a que mis hijos mayores comprendan que es preciso que me ayuden a cuidar a los más pequeños. Y, sobre todo, ayúdenme a que no me resigne a que mis otros hijos están mal porque así los crié, sé que pueden mejorar. Si hay que encerrarlos en cárceles junto conmigo, que nos encierren, pero que no nos dejen ahí, abandonados, porque todos podemos corregirnos…sí, es así, lo leí en algún lugar.
                                   Y les pido por favor, que sean ustedes la voz que llegue a esos hijos míos que están sordos o que no quieren escuchar, que entiendan, que comprendan: que de nada sirven los recursos económicos, la nueva tecnología, los títulos; si no se optimizan como recurso humano que son…Yo no sé, pero creo que hay muchos hijos míos en los mismos lugares entorpeciéndose y no realizan bien su tarea. Otros, que pudieron acceder a otros sectores, tampoco cumplen con verificar, controlar, evaluar lo que hacen…¡¡¡Cuánto fallé también en no enseñarles eso!!! O tal vez lo hice, pero no me ocupé en que me escucharan y en ver que lo hicieran…Torpeza mía, y hoy pido que hagan lo que no hice o dejé que hagan otros.
                                    Tengo mucho dolor. No dejo de sangrar. No quiero seguir sangrando…Pero no me pongan apósitos para contenerme la sangre. No. Ayúdenme a ver qué es lo que genera que sangre…porque ya casi no me quedan espacios para las heridas.
                                     No me compadezcan por mis fallas, ayúdenme a enmendar las que se pueda, y las que no, que me sirvan para evitar que vuelva a errar con otros. Pero ayúdenme a comprender eso, porque a veces me niego a comprender, prefiero gritar, insultar, culpar a otros, salir a la calle, llorar…y a mi paso voy tapando espejos o evitando las vidrieras para no verme, porque creo que me asusta reconocerme responsable. 
                                            No me juzguen con laxitud, pero no me dejen fuera del banquillo, porque es tiempo de reconocimientos.
                                       Y por favor, por favor, que alguien no quiera conformarme, para que no me sienta mal, con que hallaron un culpable, porque sería subestimar mi inteligencia ya que sé que  será un bichito de esos expiatorios. Puede que surjan muchos culpables a partir de reconocer responsabilidad…puede ser…por eso doy el paso de asumirla…ayuden a que me sigan.
                                         Muchas veces leí que las personas buscan fuera la felicidad y no se dan cuenta que la felicidad está en ellas; fue eso lo que me llevó a reconocer mi responsabilidad, algo tan simple como una frase. 
                                           No me sientan débil por haber reconocido esto. No pretendo mostrar debilidad, porque mucha valía me hizo falta para asumirla. No me dejen sola en el juicio, puede que hayan famélicos lobos que precisen tenerme acorralada como cordero. No me abandonen a mi suerte.
                                         Fallé en mucho, y lo reconozco, no quiero compasión, sólo pido que por lo menos ustedes ayuden a mejorarme, son mi medio, mi enlace, mi voz, mi imagen, mis palabras; no me dejen sola. No ustedes, que han sido y son refugio y amparo, de tantos de mis hijos que recurrieron a ustedes ahogados de tantos NO. Y han sido en ocasiones la llave que  abrieron algunas puertas indifernetes. No, no me abandonen también ustedes. Podría, si lo hacen, desaparecer como lo que soy, y llena de yerros o no, es necesaria también mi existencia, por eso yo no quiero morirme, yo quiero mejorarme.
                                            Miren por la ventana, miren a su lado, miren atrás, miren al frente…estoy por todos lados, tengo mil formas…pero por favor: véanme, no dejen de verme…Escúchenme, no dejen de escucharme…Los necesito.
                                      No vengan a buscarme…Yo me entrego.
                                       Los abrazo, con mis heridos brazos.
                                                                              Firma: Sociedad.
                           (Karina Mariel Winckler- DNI N° 22 904 061)
 

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