Los pacientes con cuadros provocados por contaminaciones de agua, comida o directamente con secuelas por su exposición a los agroquímicos crecen sostenidamente en los hospitales de la provincia y se convirtieron en un foco de atención central para los equipos de salud.
Por eso, en el marco de las jornadas interdisciplinarias anuales realizadas en el San Antonio de Padua, los profesionales hicieron eje en la relación ambiente-salud.
“Hoy es un motivo de preocupación de todos los equipos de salud. La mayor parte de los padecimientos de nuestros pacientes están influidos por cuestiones ambientales”, aseguró Medardo Ávila Vázquez, coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud e integrante de Médicos de Pueblos Fumigados.
El médico explicó que “allí se incluyen desde la exposición a agroquímicos, que en el sur de la provincia es muy alta, como otras más vinculadas al cambio climático, o a la contaminación del agua, todos fenómenos que cada día son más reiterados y concretos”, añadió.
¿Cómo está la provincia en ese punto? -le consultó PUNTAL.
Córdoba es una de las provincias con menos agua por cantidad de habitantes. Si dividimos el flujo por la población tenemos menos que La Rioja y San Juan. Y estamos inmersos en un proyecto agroindustrial de extender la frontera de soja en contra del bosque que agrava la situación de la falta de agua.
¿Y con los agroquímicos?
Obviamente que el tema agroquímicos impacta en nuestros pacientes y de allí que el equipo de salud del hospital de Río Cuarto se plantee cómo afecta a la comunidad. Según los estudios de la propia doctora Delia Aiassa, se encuentra afectación más alta en la gente expuesta que en los fumigadores, que están más protegidos. En cambio, la gente está en su casa, tomando mate en el patio, cuando le pasa un avión o el mosquito por el frente. O incluso le queda la nube sobre el pueblo mientras el fumigador hace su trabajo y se va. Entonces, encontramos estudios epidemiológicos donde el impacto en la gente expuesta es más alto inclusive que en los aplicadores. En este sentido, en Estados Unidos hay estudios que siguen a 100 mil aplicadores y se van dando casos de cáncer de próstata, de colon, pero en las poblaciones cercanas hay datos de mayor afectación.
¿Al menos hay más conciencia?
Estamos avanzando en la cuestión de la conciencia. Hasta hace unos años en las áreas de salud no discutíamos esto. Creíamos que eran todos productos seguros, como decían las publicidades y las autorizaciones oficiales. Pero después de ver pacientes y pacientes que venían de lugares con exposición y que los colegas de los pueblos dijeran que su patología cambiaba, la situación fue otra. La Facultad de Medicina de Córdoba y la de Rosario sostenemos una red de apoyo a los médicos de pueblos fumigados brindándoles información, y también para que en los pueblos se saquen ordenanzas que limiten las fumigaciones. En muchos lugares se están aprobando.
Un caso emblemático dentro de la provincia es el de barrio Ituzaingó en Córdoba, ¿cuál es la situación judicial allí?
Es un caso que resume la situación general. Pasaron 10 años de vecinos, madres principalmente, del barrio que reclamaban y denunciaban. Pero recién cuando el área de salud de la Municipalidad realizó las denuncias la Justicia las tomó con seriedad. Se abrió una investigación, se tomaron muestras y se comprobó que efectivamente se estaba fumigando con productos prohibidos en los campos vecinos, con procesos fuera de norma, y se abrió un proceso penal en el que esperamos se castigue a los responsables. Así como las madres lucharon y los equipos de salud acompañaron, hoy hay un grupo de jueces y fiscales que llevan esta causa. Por primera vez en el país se reconocería así como un delito echarle veneno a la gente en su casa.
