MISERABLES, PAREN DE FUMIGAR LAS ESCUELAS...

¿Por qué paren y por qué miserables?

 

 

Porque los envenenadores tienen sus hijos en “otras escuelas”.

Porque los nuestros están cautivos bajo apercibimiento en un recinto al que la Constitución añade una cláusula imperativa: “Obligatorio”.

Porque están olvidados, desprotegidos, expuestos criminalmente a los efectos de una agricultura tóxica, bélica e inaceptablemente peligrosa.

Porque los hoy niños, de natural inocencia, padecerán rabia y resentimientos en su conducta adulta cuando la vida los confronte con las secuelas.

Porque tal vez sus cuerpitos resistan, no así su futuro.

                                                                              Víctor Krieger Fabbroni (Sgo del Estero)

 

 

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