Transcribo a continuación, lo que me llega por gentileza de CE.PRO.NAT.
Lo hago con bronca e impotencia porque a mi me pasó lo mismo en tres oportunidades, pasó mientras conducía mi bicicleta por ruta Bandera-Los Juries, a escasos kilómetros de la ciudad de Bandera, Santiago del Estero. También le pasó a tres o cuatro personas que conozco y que, como yo, no denunciaron.
No pude leer sus matrículas porque los vuelos a muy baja altura lo impiden en forma no inocente.
También yo ví la cara del piloto…, y ví su mirada indiferente mientras ¡seguía fumigándome!.
Carolina Bersezio viajaba hacia la localidad de Villa María junto a su hermano (que está bajo quimioterapia), cuando un pozo de la ruta le rompió una rueda y quedó allí varada.
“De pronto apareció un avión fumigando en sig-sag la soja de la banquina durante aprox. 2 horas, mojando mi vehículo con el liquido asperjado”.
Carolina afirma que “veía hasta la cara de quién manejaba el avión y las letras del mismo. Le vi la cara perfectamente, él sabía que yo estaba allí y que me bajé del auto en varias oportunidades, ¡pero siguió fumigándome!”.
“Mi hermano también se mojó con el líquido…. y tiene cáncer”.
“Se me secaba la garganta y tenía mucho dolor de cabeza. El olor que había afuera era impresionante. El auto puede ser lavado, pero temo que también el tapizado esté contaminado”.
“Es algo que no me puede pasar otra vez, que no debe volver a pasar por la salud de todos. ES ALGO QUE SE PUEDE PREVENIR”, dice Carolina.
Me pregunto cómo:
¿Cómo preveer la conducta criminal de un asesino que con total impunidad sube a un avión y mata con su arma ilegal y clandestina?
¿Me pregunto quién y con qué garantías puso un avión en manos de ese sujeto, quién le dio las llaves del veneno?
¿Cómo no van a continuar envenenándonos a la vera de nuestras rutas, si los burócratas públicos extienden inmunidades para que ocurra?
¿Cómo controlarlo, si agrónomos y contratistas ordenan fumigar “hasta en la banquina…, ¡sino busco a otro!!?
¿Cómo terminar con este flagelo si todos eludimos la obligación de denunciar porque terminamos victimizados como “presuntos-anti-soja”, que el enclave sojero interpreta como anti-sociales?
¿Cómo crear conciencia del delito, si emergerán de la nada catervas de incalificables agronomitos asegurando que el líquido asperjado era agua destilada?
¿Y cómo aplicar la ley, si los jueces simulan creerles a ellos por temor a perder sus juzgados y ser aniquilados políticamente?
¿Cómo, si los jueces persisten en actitudes de denegación de justicia, cuando su obligación es pronunciarse vigorosamente sobre el incumplimiento de la ley?
¿Cómo neutralizar la actual agricultura tóxica y beligerante con el ser humano, cuando nuestra jurisprudencia actúa en forma reparatoria, en vez de hacerlo en forma anticipada y preventiva?¿Cómo hacerlo si seguimos dependiendo de dictámenes falsos emitidos por laboratorios comerciales e Ingenieros Agrónomos, dos patas fundamentales de esta tragedia ambiental que afecta la vida colectiva?
¿Acaso no saben Fiscales y Jueces que la jurisdiccional ambiental preventiva exime la obligación de acreditar daño concreto y obliga la acción de cese inmediato ante la existencia de daño potencial o peligro?
¿Cómo encauzar esta actividad contraria a vida y derechos, cuando los actores públicos se escudan en su propia cobardía, por lo menos?