DERECHO PRIMORDIAL. Vamos por más.

03.03.2012 16:46

 

     Publicado en El Diario de la Región, de Resistencia, Chaco, el sábado 3 de marzo de 2012

                      DERECHO PRIMORDIAL

                                                            Vamos por más

                                                                                Clara Riveros Sosa

        Los medios de comunicación tradicionales no la transmitían o lo hacen ahora sólo cuando la cuestión explota o cuando resulta útil a sus objetivos. Pero una cosa muy distinta es que ¡está sucediendo! y que no empezó ayer. Estamos hablando de la efervescencia popular que no es privativa de ningún país en particular sino que se extiende globalmente alcanzando territorios y lugares que no se hubiera siquiera soñado hasta apenas unos meses atrás. En todas partes es netamente popular la convocatoria a multitudinarias manifestaciones de protesta y por reivindicaciones, lleven éstas motivos económicos, políticos, sociales, culturales, ambientales (todo es ambiental en definitiva) o por un espectro completo de detonantes.      

La Declaración Universal de los Derechos Humanos no es novedosa sino que data del 10 de diciembre de 1948, pero estos sesenta y cuatro años transcurridos, gota a gota, han ido impregnando la atmósfera general y las conciencias, aun las de aquéllos que nunca la leyeron.   De la misma manera las buenas leyes preexistentes a este momento ya no se volverán frágiles y amarillentas hojas apretadas entre las tapas de libros y carpetas: se las examina y se las hace valer, además de preparar e impulsar nuevas normas legales más inclusivas y equitativas. Y la gente va por más, lo que razonablemente debería alegrar a todos porque así la democracia crece y se vigoriza, no se queda únicamente en letras y dichos.

Nuevas tecnologías ayudan hoy a sortear los obstáculos que presentaba el ejercicio de una democracia directa que mundialmente gana terreno y que alarma a quienes ostentan cualquier forma de un poder que, por más que consigan retenerlo, se les escurre como arena entre los dedos, aunque sea en granos diminutos, de esas manos que se cierran hasta por acto reflejo.

 Ante un movimiento de semejante magnitud inevitablemente habrá intereses ajenos que deseen y pretendan avivar el fuego, aquí o allá, en sitios puntuales donde esperan sacar tajada o desvirtuarlo; pero esos eventuales “colados” no quitan un ápice de validez a la fuerza puesta en marcha y los auténticos participantes saben reconocerlos.

Mientras tanto, mujeres, niños, ancianos, los más débiles, los más pobres, los más alejados de los centros urbanos y de los espacios de poder, siguen siendo objeto de malos tratos, de abusos; pero ya está abierta una brecha hacia la justicia, brecha que se ensancha hora tras hora porque son cada vez más quienes se animan a transitar por ella, principalmente víctimas y testigos plenamente conscientes de que no tolerar ni naturalizar ninguna clase de violencia crea defensas que, trascendiendo lo meramente personal,  protegen a la comunidad y tienden a evitar la repetición de tales aberraciones, provengan de donde provengan, a ponerlas en evidencia y a obtener el castigo de los culpables.

 Se entiende que los derechos humanos, instalados e incorporados en las constituciones y legislaciones de la mayor parte de los países y plenamente o de manera difusa en la conciencia ciudadana,  están firmemente establecidos, al menos oficialmente. Ahora, para afianzar esos derechos, luego de haberlos reivindicado hacia el pasado, corresponde –como a los muros de una casa- controlar y remediar constantemente  las grietas, huecos y hundimientos del presente. Mucho más todavía: el control de su absoluta vigencia requiere imprescindiblemente tender la mirada hacia el futuro  para asegurarnos de modo cabal de que ninguno de los actos y obras actuales tengan la capacidad de vulnerar los derechos de las generaciones siguientes.       

Lo dicho, en cuanto a mantenerse atentos a lo que hoy se hace para evitar la degradación de las condiciones de vida que se deberán afrontar en el futuro,  vale de manera destacada para con el ambiente, que es en esos tiempos muchísimo menos que un furgón de cola en todos los proyectos, grandes y pequeños, particularmente en nuestro país. Y si decimos furgón de cola, a la fecha  no podemos dejar de pensar que se trata del último vagón, el más descuidado -si eso es posible- de un tren argentino, e igualmente no se arregla con una pinturita verde ni esperando que las catástrofes se produzcan lo más tarde posible. Éstas no disminuyen su importancia si llegan a ocurrir en día feriado (como hubiese preferido cierto funcionario) porque los impactos ambientales negativos perduran largamente en el tiempo y ocasionan muchísimas víctimas más que las tragedias puntuales, pero –generalmente- no todas a la vez, ni con el origen tan perfectamente identificado. Al afectar  más despaciosamente se los va incorporando, se los toma como habituales, se los vuelve casi invisibles.  Esto recuerda a la conocida película de ficción El día después de mañana, en la cual se muestran fenómenos muy extremos y espectaculares de cambio climático que ocurren comprimidos en unos escasos días. Ante ese desarrollo acelerado hasta los espectadores se alarman barajando la posibilidad de que se vuelvan reales; pero no se preocupan demasiado cuando los mismos hechos se van consumando de verdad, a diario, pero paso a paso, como con cuentagotas.    

El tren de nuestro ambiente, ya bastante destruido, marcha por vías inestables y sigue pasando por las estaciones de megaminería, de agronegocios, de contaminación, de concentración de tierras, de expulsión de campesinos (aborígenes y criollos), de dilapidación del agua dulce, de degradación de ríos y espejos de agua, de  instalación de industrias insustentables, de depredación de flora, fauna y suelo, de gravísimos problemas de salud y de afectación del patrimonio genético humano y animal... y no parece tener frenos. No es de extrañar entonces que los ciudadanos rasos realicen los más legítimos y desesperados  intentos por detenerlo. No están “contra” ese tren sino en contra de las terribles condiciones en que transita y también en contra de su recorrido, ya no sólo amenazante sino con muchos desastres concretados, con inmolados y damnificados en su haber.  

El derecho al ambiente sano consideramos que es el derecho primordial, porque sin él no hay vida y sin vida ¿qué otro derecho se puede ejercer?

 

 

Refiriéndonos a manifestaciones populares, recordemos que el día 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, en homenaje a todas las que lucharon arduamente y en especial a las 146 que murieron calcinadas  en Nueva York, en 1908, durante la represión desatada contra las obreras que  protestaban por las indignas condiciones de trabajo a las que se encontraban sometidas. Asimismo, este mes concentra varias y significativas fechas, nacionales y mundiales, relacionadas con la defensa irrestricta del agua dulce, elemento básico de la vida en nuestro planeta, por lo tanto de nuestra propia y humana existencia.  Todo tiene que ver con todo. 

 

 

 

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