Los casos de enfermedades asociadas al mal uso de agroquímicos en varias provincias agrícolas de Argentina son reflejados en un informe difundido hace pocos días por la agencia de noticias norteamericana The Associated Press (AP). Chaco, Santa Fe, Entre Ríos fueron los lugares recorridos por los cronistas Michael Warren y Natacha Pisarenko.
Aixa Cano, de 5 años tiene verrugas peludas en todo el cuerpo, fue fotografiada en su casa en Avia Terai, el 1 de abril de 2013 (AP foto/Natacha Pisarenko).
Allí señalan que la biotecnología estadounidense hizo de Argentina el tercer productor mundial de grano de soja, pero el uso de las sustancias químicas que potenciaron ese boom va más allá de los campos de soja, algodón y maíz. The Associated Press documentó decenas de casos en provincias agricultoras donde se emplean sustancias tóxicas en maneras que no fueron previstas por las regulaciones señaladas por la ciencia o que estuvieran específicamente prohibidas por la ley, y en un contexto de pocos controles estatales.
El viento arrastra los tóxicos, que quedan esparcidos en escuelas y viviendas al tiempo que han contaminado fuentes de agua. Los peones del campo manipulan las sustancias sin el equipo protector necesario y la gente almacena agua en contenedores de pesticidas que deberían haber sido destruidos.
Ahora los médicos advierten que el uso descontrolado de pesticidas puede ser la causa de crecientes problemas de salud que vienen experimentando los 12 millones de personas que viven en la vasta región agrícola de Argentina. En Santa Fe, las tasas de cáncer son entre dos y cuatro veces más altas que el promedio nacional. En el Chaco los defectos de nacimiento se cuadruplicaron desde que el uso de esta biotecnología aplicada al campo se disparara hace 17 años.
‘El cambio en la forma de producir, francamente ha cambiado el perfil de enfermedades‘, dijo Medardo Ávila Vásquez, pediatra y cofundador de Médicos de Pueblos Fumigados, parte de un creciente movimiento que exige la aplicación de normas seguras en la agricultura. ‘Nos hizo perder una población bastante sana. Ahora vemos una población con altas tasas de cáncer, niños que nacen con malformaciones y enfermedades que eran muy infrecuentes’.
Así nos ven
La crónica de los periodistas norteamericanos es contundente cuando describen al país: Una nación que supo ser conocida por su ganado alimentado con pasto ha sido transformada, desde 1996, cuando la empresa Monsanto, con sede en Saint Louis, Missouri, convenció a Argentina que la adopción de sus semillas y sustancias químicas patentadas aumentaría las cosechas y reduciría el uso de pesticidas. Hoy, toda la cosecha de soja y casi toda la producción de maíz y algodón están modificados genéticamente. Las áreas de cultivo de soja se triplicaron y ahora abarcan 19 millones de hectáreas.
Silvia Álvarez observa a su hijo Ezequiel Moreno, quien padece de hidrocefalia, en Gancedo (AP foto/Natacha
El uso de los pesticidas bajó al principio, pero luego repuntó y se multiplicó por nueve. De los 34 millones de litros de 1990 se pasó a casi 317 millones en la actualidad, a medida que los agricultores aumentaban sus cultivos, hasta un máximo de tres cosechas al año, mientras las pestes se hacían más resistentes a las sustancias. En general, los agricultores argentinos aplican un estimado de 4,3 libras de agroquímicos por hectárea, más del doble de lo que usan los estadounidenses, de acuerdo con un análisis de la AP de datos del gobierno y de la industria de los pesticidas.
El glifosato, componente clave de los pesticidas Roundup de Monsanto, es una de las sustancias químicas más usadas y menos tóxicas del mundo para eliminar la maleza.
Es segura si se aplica debidamente, según muchas agencias reguladoras, incluidas las de Estados Unidos y Europa.
El pasado primero de mayo, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos aumentó el nivel aceptable de residuos de glifosato en alimentos tras llegar a la conclusión, basada en estudios presentados por la empresa, de que ‘hay una certeza razonable de que no causará perjuicios en la población en general ni en los bebés y niños por su exposición acumulada‘. Argentina adoptó el modelo de Monsanto, pero la aplicación de las normas de seguridad varía, ya que en la regulación de la agricultura priman las 23 provincias, que tienen distintas normativas.
El rociado está prohibido a menos de tres kilómetros de las zonas pobladas en algunas provincias pero es permitido a 50 metros en otras. Un tercio de las entidades territoriales no prevén límite alguno y la mayoría no tienen políticas detalladas de cumplimiento de las normas. Una ley nacional obliga a que quienes aplican sustancias químicas que puedan amenazar la salud adopten ‘medidas eficaces para impedir la generalizada degradación del ambiente, sin importar costos o consecuencias’. Pero la ley nunca se aplicó a la agricultura, según comprobó la Auditoría General de la Nación el año pasado.
Una comisión que no se reúne
En respuesta a numerosas denuncias, la presidente Cristina Fernández creó en 2009 una comisión para que investigara a fondo la aspersión de agroquímicos. Esa comisión hizo público un ‘Informe de Avance’ en septiembre del mismo año que dice que ‘es necesaria la ejecución sostenida en el tiempo de controles sistemáticos de concentraciones del herbicida y compuestos de degradación, como de estudios exhaustivos de laboratorio y de campo, que involucren a los formulados conteniendo glifosato, como así también su(s) interacción(es) con otros agroquímicos, bajo las condiciones actuales de uso en nuestro país’. La comisión, sin embargo, no se ha reunido desde el 2010, según la Auditoría General.
Funcionarios del gobierno insisten en que el problema no es la falta de investigación, sino la mala información que recibe la población. ‘He leído infinidad de documentos, encuestas, videos en contra de la biotecnología, artículos en medios, en los universidades, tanto en Argentina como en Gran Bretaña, y realmente quienes leen todo esto se encuentran en una ensalada (se marean) y terminamos confundidos’, dijo el secretario de Agricultura de la nación, Lorenzo Basso. ‘Creo que tenemos que repartir el compromiso de Argentina como productor de alimentos. Si no nos posicionamos en este principio, empezamos a cuestionar cuál es el modelo argentino’.
En una declaración escrita, Monsanto dijo que ‘no aprueba el mal uso que se haga de los pesticidas o la violación de cualquier ley sobre el uso de plaguicidas, reglamentos o decisiones judiciales’ que al respecto se hayan promulgado. ‘Monsanto toma muy en serio la administración de los productos y nos comunicamos regularmente con nuestros clientes con respecto al uso adecuado de nuestros productos’, dijo a la AP Thomas Helscher, portavoz de la multinacional.
En el Chaco
Al dar cuenta de cuenta de lo que sucede en el Chaco, el informe de los norteamericanos menciona a la médica María del Carmen Seveso, quien dirige desde hace 33 años las unidades de terapia intensiva y comisiones de ética en hospitales del Chaco, quien se alarmó al ver que según certificados de nacimiento, los defectos congénitos de los bebés se habían cuadruplicado, de 19,1 a 85,3 por cada 10.000 nacimientos, desde que se aprobó la siembra de cultivos modificados genéticamente hace una década.
Empeñada en hallar las causas, Seveso y su equipo médico encuestó 2.051 personas en seis pueblos del Chaco. Comprobó que hay más enfermedades y defectos en los pueblos agrícolas que en pueblos ganaderos. En Avía Terai, el 31% de los consultados dijo tener un familiar que contrajo cáncer en la última década, comparado con el 3% del vecino pueblo ganadero de Charadai. Al visitar estos poblados rodeados por cultivos, la AP encontró rastros de sustancias químicas en sitios donde se supone que no deberían estar. Claudia Sariski, cuya casa no tiene agua, dice que no deja que sus mellizas beban el agua almacenada en contenedores donde hubo sustancias químicas que tiene en el patio trasero. Pero sus pollos lo hacen, y ella usa esa agua para lavar la ropa.
‘Preparan las semillas y el veneno en sus casas. No se ha tomado conciencia de lo que están haciendo’, dijo Katherina Pardo, estudiante de Psicología Social. ‘Es muy común, tanto en Avia Terai como en pueblos vecinos, que usen los recipientes usados para abastecer de agua la casa. Como no hay agua potable, la gente los usa igual. Son gente muy práctica’.
El estudio detectó enfermedades que, según la médica Seveso, antes no eran comunes, como defectos de nacimiento, deformaciones del cerebro, médulas espinales expuestas, ceguera o sordera, lesiones neurológicas, infertilidad y problemas inusuales en la piel.
Aixa Cano, una niña de cinco años, tiene verrugas peludas en todo el cuerpo. Su vecina Camila Verón, de dos años, nació con varios defectos. Los médicos les dijeron a las madres que los agroquímicos podrían ser responsables.
“Me dijeron que fue lo que tomaba, que está en el agua porque tiran mucho veneno acá cerca’, dijo la madre de Camila, Silvia Achaval, señalando hacia su hija. ‘Los que dicen que tirar veneno no tiene efecto, no sé qué sentido tiene, porque allí tiene la prueba”, afirmó.
Rigurosa investigación
Es casi imposible demostrar que la exposición a una sustancia química específica puede haber causado el cáncer o defectos de nacimiento en una persona.
Pero, al igual que otros médicos, Seveso dice que los resultados en Chaco hacen necesaria una rigurosa investigación del gobierno.‘Hay cosas de las que no se habla, cosas que no se escuchan’, dijo Seveso. Los científicos dicen que sólo estudios más amplios, a largo plazo, pueden descartar a los agroquímicos como causantes de estas enfermedades.
‘Es por ello que hacemos estudios epidemiológicos de males cardíacos, problemas con el cigarrillo y todo tipo de cosas’, dijo Doug Gurian-Sherman, ex regulador de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense que ahora colabora con la Union of Concerned Scientists. ‘Si tienes indicios que revelan graves problemas de salud, no esperas hasta tener pruebas absolutas para tomar medidas‘.
Fuente: https://www.diarionorte.com/article/97311/el-drama-de-poblaciones-afectadas-por-agroquimicos-reflejado-por-una-agencia-norteamericana%EF%BB%BF