En el día del animal, nos pusimos en su lugar y escribimos por ellos.

29.04.2014 17:28

    EL DESEO DE AMAR Y SER AMADOS, TAMPOCO...

Los animales tienen derechos que no se respetan.

Los seres humanos parecen, en su mayoría, creerse superiores a ellos.

En este día decidimos practicar la empatía, ponernos en el lugar de algunos de los animales que sufren y decir lo que creemos que ellos dirían.

Son muchos los textos que escribimos, los iremos subiendo de a poco, pero aquí quedan algunas muestras:

 

MI VIDA ES UNA PESADILLA

Hola, soy una pantera negra que vivía en un lugar hermoso, con flores, árboles, mariposas;

Yo estaba con mi familia en la pradera y nos asustamos porque escuchamos un helicóptero, salimos corriendo pero yo me quedé atrás y me dispararon; y me raptaron.

Cuando me desperté me encontré en una jaula, asustada, sin mi familia, con un árbol y unas rocas y un río que no tenía agua potable, en realidad tenía agua que no me gustaba, pero tuve que acostumbrarme a tomarla. Me dan carne que no es de gacela ni de zarigüeyas, es de vacas o sea que yo no las cacé y no es carne fresca;  no me gusta, pero tengo que comerla.

No puedo correr o jugar con mis hermanos; primero porque la jaula es muy corta, y segundo, porque no tengo a mis hermanos, estoy sola.

Esta vida es horrible, no quiero estar acá, ruarrrrrr, me quiero ir ¡quiero estar con mi familia!

¿Me querés ayudar?¿Querés contarle a alguien para que me ayude? Estaré aquí esperándote.

Ah!, me llamo Negra, espero que le cuentes a alguien lo que me pasó para que todos lo sepan.

Ayudame a superar este problema, Dios existe y verás que te recompensará con algo muy bueno.

Ayuda a los animales, aprende a convivir.      

María Laura Najles (5º A)

Hola, me llamo Negro.

Yo vivía con mi mamá, ella me quería y yo también la quería mucho; hasta que un día se fue a trabajar, a mí me dieron ganas de hacer pis y como no pude aguantar lo hice sobre los mejores zapatos de la casa. Yo no tenía la culpa, ella me dejaba encerrado y sus zapatos estaban en el suelo.

Cuando volvió se encontró con un desastre, se enojó, me pegó y me encadenó. Yo lloraba, no me gustaba que me amarraran. Entonces se levantó, me soltó, me subió al auto. Me pareció un poco raro salir a esa hora, pero me hacía feliz que me liberara.

Llegamos a un lugar muy feo, donde hacía mucho frío y ahí me dejó.

Estaba perdido, sin nadie que me cobije del frío, la lluvia. Me sentía muy solo, la gente que pasaba me pateaba o  me tenía lástima, pero nadie me daba algo de comer.

Yo estaba en una sombrita, en la orilla de la calle y un hombre malo me atropelló y no se detuvo. Estaba muy herido y una gentil señora se me acercó y me ayudó pero no pudo hacer nada.

A mí me gustaría que los chicos y los grandes aprendan a no dañar a los animales.

Romina Gallo (5º A)

Yo vivía feliz pero un día me perdí y escuché el sonido de una camioneta , me perseguían, me querían cazar.

Corrí y corrí, pero me cansé y me atraparon, me llevaron a pelear para ganar plata.

Me entrenan, pero yo no quiero esto, yo quiero vivir feliz con mi familia.

Tirsa Abregú (5º A)

El perro Flampi

Hola, me llamo Flampi, soy un perro que vivía en una veterinaria.

Un día yo estaba jugando con mi pelota favorita y llegó una familia muy pequeña: el papá, la mamá y un niño; y me adoptaron.

Vivían en una casa muy linda y grande, tenían un patio enorme donde yo podía jugar un montón con Tomi.

Tomi era el niño, él tenía tres años y yo cuatro.

Paron los años, Tomi cumplió seis y yo siete.

En su cumpleaños estábamos corriendo y él, sin querer, me pisó la cola y yo me enojé y lo mordí, pero luego me arrepentí.

Tomi se fue corriendo con sus padres y ellos me ataron con una soga.

Yo me quedé ahí, atado, mucho tiempo, hasta que morí.

Los padres se arrepintieron y se dieron cuenta de lo que habían hecho.

Espero que nos les pase a otros animales.

Recuerden humanos: tenemos los mismos derechos que ustedes.

Abril Sabaté (5º A)

 

Hola, yo soy el loro más solitario y así empieza mi historia:

   En una aldea, hace unos años, una niña soñaba con tener un loro, pero su padre no la dejaba. Una mañana la nena se fue en busca de un loro. Regresó a su casa con uno en la mano y no le dijo nada a su padre.

   Pero el lorito no quería estar ahí, él quería estar en su hogar y la niña no lo dejaba.

   El pobre lorito vivía en una jaula, no podía volar, y así fue su vida, injusta.

  Ailén Aquino (5º A)

 

Hola, yo soy Mía, una gallina y les voy a contar mi historia.

Un día iba a mi casa cuando vi un hombre con una jaula, me fui corriendo y él me persiguió, me alcanzó y me encerró.

Subió el auto y me llevó a una pelea de pollos. Yo estaba asustada, pero me encontré con un gallo bueno que me preguntó qué me pasaba y le conté que yo no sabía pelear y él me ayudó a escapar.

Alexandra Grados (5º A)

 

 

  Hola, yo soy Pepe, un sapito, claro que no soy el famoso sapo Pepe.

  Pero mi historia es importante, por eso,  alguien la escribió para que sepas de mí, porque yo, como imaginarás, no sé escribir. Sin embargo, sé hacer muchas otras cosas que aprendí con mi familia o que simplemente nací sabiendo.

  Como vos, yo tengo padres y hermanos.  Vivimos en lugares húmedos. Cuando veas muchos sapos en un lugar, puedes sentirte feliz, porque es signo de que ese sitio es saludable. Nosotros sabemos detectar , por ejemplo, cuándo las aguas están contaminadas, y no nos acercamos a ellas.

Igual que los humanos, sufrimos  la contaminación por agroquímicos, cuando ellos llegan al suelo o al agua o al aire de nuestros hogares, terminamos muriendo. He visto a muchos amigos y parientes morir por eso y, a los humanos no parece preocuparles, porque no se dan cuenta que al morirnos nosotros, crece la población de insectos y a otros animales, les falta la comida (porque nosotros somos su comida, me da miedo decirlo, pero es la verdad y aprendí a vivir con ella, sé de quiénes debo cuidarme).

  Pero los humanos suelen no darse cuenta de lo que sucede en verdad cuando algo pasa. Por ejemplo, los vemos preocupados por el dengue y buscan soluciones; pero mientras nos matan a nosotros cuando, un solo sapo, puede comerse 15.000 mosquitos por mes. Además, ignoran que también somos alimentos de otras especies, de las que debemos cuidarnos… Cuando matan a los sapos rompen la cadena  alimenticia, quiebran el equilibrio ecológico.

  Muchos dicen que soy feo, pero me miré en un charquito y no me parece que sea así, soy uno de los sapos más lindos del pueblo.

  Yo era muy feliz, un día me perdí, no pude volver a casa, entonces me escondí en un salón de la Escuela Nº 657, y todo estuvo bien hasta que me vieron y me sacaron de ahí. No me gustó, pero era justo, esa no era mi casa. Así que otra vez me encontré perdido, en medio del patio, con niños que corrían y gritaban, me asusté mucho, pero no podía hacer nada…Mientras el miedo crecía, apareció algo peor, un enorme dolor, y volé por los aires. Pero no era  porque pudiera volar, sino porque me dieron una patada. Imagínate el dolor, el pie de ese niño era cinco o seis veces más grande que mi cuerpo. Cuando pensé que todo había terminado, otro niño vino a patearme y me transformé en una pelota de fútbol; en una pelota llena de miedo y dolor entre los gritos de los que me pateaban y el silencio de los que miraban y no hacían nada.

  No conformes con eso,  al verme tirado en el suelo, se acercaron a hincarme con unos palitos que levantaron del piso, y se reían y me hacían cosas como si estuvieran en un laboratorio experimentando.

  Cuando alguien finalmente fue a avisar a las maestras lo que me estaban haciendo pude escuchar los nombres de algunos de los que me habían lastimado: Sus nombres empiezan con O, A, T, L, C, B, pero no voy a nombrarlos porque ellos saben quiénes son y yo no soy chismoso y no cambio nada dando sus nombres… Además a mí me parecía que había habido más niños atacándome, pero no podía decirlo, estaba tirado en el suelo, ya no podía moverme, ya no podía hacer nada, y nadie podía hacer nada por mí…

  Igual agradezco a los chicos que se acercaron para ver si podían ayudar, y a los que se entristecieron por lo que me había pasado, pero nadie pudo hacer nada, porque simplemente, morí.

  Pero la muerte no es lo último que sucede, y tiene que servir para algo, yo ya no sufro, pero no quiero que otro sapo vuelva a pasar por lo mismo. Ni ningún otro animal, porque todos los animales sentimos miedo y dolor como los animales humanos.

  Yo no guardo rencor ni le echo culpas a nadie, pero exijo que mi historia no se repita…¿Por qué me trataron así? ¿Por qué? ¿Qué ganaron? ¿Se pusieron por un segundo en mi lugar? Imaginen un mundo en el que los sapos gobiernan, son gigantes y pueden hacer lo que quieren con los humanos…¿Les gustaría que golpearan y mataran a un indefenso niño?  A mí no… Mi mamá me enseñó a ponerme en el lugar de los demás , me dijo que eso se llama empatía, y yo fui un sapito muy empático, nunca le hice daño a nadie porque aprendí  a no hacer a otros lo que no quería que me hagan a mí… Y por eso ahora, desde donde estoy, no quiero hacerles a ellos lo que no me gustaría que me hicieran a mí en su lugar: hacerme sentir culpable y castigarme; porque las culpas y los castigos no sirven de nada si no hay arrepentimiento real. Por eso, lo que pido es que, si de verdad se arrepintieron, trabajen para que mi historia no se vuelva a repetir…

  ¿Será que lo harán? No lo sé, yo los perdono y creo que sí se arrepintieron y  que me verán en otros sapos y en otros animalitos indefensos  y al protegerlos me protegerán…

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