Los mejores campos del mundo (la pampa bonaerense y otros), vistos desde los satélites artificiales aparecen con alarmantes manchas marrones. Es la erosión que está produciendo el monocultivo de soja. Ayer, la ganadería supo devolver al suelo los nutrientes que le quitó. La soja, en cambio, degrada y compacta el suelo, retira nutrientes y no los restituye.
La explotación de la soja en la región pampeana, es brutal y en la región chaco-santiagueña, es suicida.
La soja es responsable de la destrucción de nuestras tierras. Por obligación de Comodato Fiscal que le confió el patrimonio del suelo agrícola milenario, deberá devolverlas al pueblo Argentino tal como las recibiera, reponiendo las faltantes de:
· 2.895.344.460 dólares en nitrógeno, un elemento fundamental para la fertilidad del suelo.
· 2.638.055.818 dólares en potasio, otro nutriente esencial;
· 890.168.650 dólares en fósforo;
· 461.509.880 dólares en azufre:
· 86 millones de dólares en calcio
· 71 millones en magnesio.
Por cada kilogramo de fertilizante industrial se obtenían:
· Antes 131 kg. de soja – Ahora 36 Kg.
· Antes 226 kg. de maíz – Ahora 76 kg.
Debemos volver a plantear un sistema agrícola ganadero, traer otra vez las vacas, dejar descansar los campos, diversificar y rotar las producciones y permitir que el suelo, cuando todavía haya tiempo, se recupere de la acción destructiva conjunta de los monocultivos, los herbicidas, venenos y fertilizantes. En resúmen: las consecuencias devastadoras de la avaricia, la ignorancia y la soberbia.