Por Víctor Krieger Fabbroni
MALDITO...
Quien debía representarme…, y me traicionó.
Quien debía legislar y puso precio a su Banca.
Quien debía juzgar dura lex y vendió sus sentencias.
Quien trafica impunidad y quien la compra.
Ufimas, Fiscalías y Defensorías puro chamuyo, puro relato.
El que mira sin ver y después se dializa con cirios y rezos.
El mercenario diplomado, súbdito…, sin moral, sin ética. Francotirador de la soja: una Receta Agronómica, un muerto.
Mientras esto pensaba, el sujeto abrió la puerta de una patada e ingresó arma en mano al dormitorio de mi amigo Eduardo, el panadero. Éste, indefenso y atontado solo atinó a tomar el revólver oculto bajo su almohada y ponerse en posición de tiro, que tanto había practicado… y discutido.
Quedaron frente a frente, apuntándose instintivamente.
La esposa rogó entre dientes: ¡No Eduardo, no hagas una locura!
Con total aprovechamiento de la situación, el asesino gritó: ¡No me dispare señor, no me mate!, fingiendo apuntar hacia el techo su pistola.
No puedo medir en tiempo ordinario la parálisis reflexiva de Eduardo, pero fue suficiente para que el asesino, de un solo disparo, terminara con su vida y desapareciera con el botín en la negrura impune.
Así irrumpe el veneno en mi casa, así me engaña y mata.
Me cuesta ver o pensar al panadero como metáfora de mis maldiciones. No, porque no puedo creer que un guante se parezca a una mano por casualidad.
Y si contabilizo muertos, los que dicen que no hay, LOS FUMIGADOS sorprendidos y envenenados en su permeable privacidad, ellos y yo orejanos de la Constitución mantendremos escandalosa supremacía entre los óbitos intangibles de una democracia que mata para alimentar corporaciones, para garantizar impunidad y financiar políticas feudales.
No te atrevas a pensar que solo mueren los fumigados porque vos te comes la porquería fumigada; está en tu simiente, en la leche de tus pechos. Tampoco, que el holocausto transgénico sea consecuencia de una tragedia ligada a la degradación involutiva de la conducta humana.
Ocurre por algo ominoso e incalificable: porque un gobierno corrupto y subordinado decidió movilizar todas sus MALDITAS estructuras de poder para silenciarme, para ocultar su vínculo con mi tragedia, con miles de muertes sumarias sin carátula, sin comentarios.
Más de una vez siento el imperioso deseo de tomar un arma y sin beligerancia salir a defenderme y evitar que me maten. Pero la voz de la prudencia me reprime y amonesta: ¡No Victor, no hagas esa locura! Eso es asesinato, es justicia por mano propia. Debes recurrir a las Instituciones….
¡Por eso somos tantos los muertos…!