ENDOSULFAN
El endosulfán afecta directamente el sistema nervioso central y también se han reportado de ataques epilépticos recurrentes.
Los síntomas de envenenamiento incluyen hiperactividad, excitación, disnea (dificultad para respirar), apnea (detención de la respiración), salivación, pérdida del conocimiento, diarrea, anemia, náusea, vómito, insomnio, visión borrosa, cianosis (decoloración azulada de la piel, por la falta de oxígeno), formación de espuma en la boca, temblor, sequedad de la boca, falta de apetito, irritabilidad, dolor de cabeza, disminución de la respiración, hematuria, albuminuria, confusión, mareos, falta de equilibrio y de coordinación. Las personas que sufren afecciones asmáticas o convulsivas, forman un grupo de alto riesgo. También se encuentran en alto riesgo las personas que llevan una dieta deficiente en proteínas.
Existe evidencia de efectos adversos del endosulfán en el sistema reproductivo masculino, retrasando la madurez sexual e interfiriendo con la síntesis de la hormona sexual.
El endosulfán exhibe propiedades estrogénicas. Compite por el estradiol para unirse a los receptores de estrógeno, inhibiendo de este modo la función hormonal.
Causa la proliferación (in vitro) de las células MCF749 de las mamas humanas, sensibles al estrógeno, incrementando así el riesgo de cáncer de mamas.
Daña el sistema reproductivo al afectar la calidad del semen, el conteo de espermatozoides, las células espermatogoniales, la morfología del espermatozoide y causar otros defectos en las hormonas sexuales masculinas.
El endosulfán tiene capacidad para alterar el material genético, especialmente los cromosomas, en los cultivos de tejidos de mamíferos. Se ha observado que inhibe la biosíntesis andrógena testicular en experimentos con animales de laboratorio y exhibe un riesgo significativo de daño renal y testicular.
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