(*) I Mail remitido al Ambientalista santiagueño Dr. Raúl Dargoltz, poco antes de morir de Leucemia.
Amigo Raúl:
Me alegran las “buenas expectativas que me cuentas” dada tu agobiante y anacrónica lucha por la vida. En ese contexto de zozobra e incertidumbre, valorizo enormemente tu reflexión sobre el futuro: “Están en pié mis proyectos”.
No es mucho lo que te puedo contar (que sea noticia) y que pueda ayudar en tus horas de aislamiento forzado en Terapia. Aún así, lo intentaré desde la bragueta abierta de mi lado pistolero.
Para mí, bragueta y pistolero, delinean la estructura bizarra del perfil santiagueño post Juarez. Por tal, sufro las consecuencias de no haberme dado cuenta que los pistoleros de época no tenían bragueta y que sus pantalones ajustan por dos ranuras en los costados. Claro, así, como alcanzar no alcanzaba, por larga que fuera. Tampoco llevo pistolas en la cintura, porque no encuentro mi cintura. Eso si, porto ufano mi cara de origen y me banco las consecuencias.
Te cuento que están ocurriendo cosas que me alegrarían si no me hubiera vuelto insanablemente desconfiado, o hubiese pasado ya los sesenta descubriendo que el diablo no es colorado, ni tiene cuernos y que en la tierra pierde en maldad contra sus progenitores, las iglesias. Me han enseñado y he aprendido: cuando todos dicen que el ciego ve, no les creas porque ellos también están ciegos… y suponen que lo estás.
Bandera, siempre a contramano, está escribiendo su historia con las uñas sobre una superficie endurecida por interminables malas gestiones. La corrupción ya ni se nota, de tanta y mediocre y los coyuyos ya no volverán por más que te cagues en tu desgracia o maldigas convencido que convences.
Por todo eso, quien llegue a esta comarca buceará los interiores de los pooles de siembra venenosos que nos asesinan como quien joder; mandatarios-nulos-funcionales que no logran hacer funcionar nada a pesar de flotar en partidas presupuestarias; subsidios a la ineficiencia y jugosos premios a la obsecuencia.
Pero antes, deberá enfrentar un embrolladísimo acceso vial cualquiera sea la ruta de ingreso…, a menos que viaje en meteorito. En ese caso, le dará gusto estrellarse después de ver lo que debió ver… antes de entrar.
Por alquimia millonaria en este pueblo convergen un montón de rutas importantes para que extraños disfrazados de agricultores vaya o vengan hacia ningún lado, claro, con el apuro de “toco y me voy”.
Ahora, amigo, podrás no ir, pero lo harás sobre seguro pavimento. Te podrás perder tanto de día como de noche y la profusión de carteles garantizará que termines en Añatuya, cuando en realidad querías ir a Tostado.
Te preguntarás: ¿cómo llega a suceder que Ingenieros-adocenados transformen en confuso lo simple por no entender la naturaleza del contexto?.
¿No se dieron cuenta que para leer un cartel los gringos necesitan detenerse en medio de la ruta, ponerse los lentes de su mujer, deletrear apuntando con el dedo y, por fin, exclamar: ¡Mierda, no se entiende, no puedo entrar al pueblo…!
En fin, de lo que no te quedará ninguna duda es que fue obra del Estado Santiagueño. Y ni se te ocurra tomar agua potable de la canilla, mandar tus hijos sobrevivientes a la escuela pública o…enfermarte, verás que esas carencias tienen el mismo responsable.
Hablando de todo un poco, te cuento que por fin está lloviendo. No lo puedo creer, mis perros tampoco porque no conocen la lluvia, ni los truenos.
Hace aproximadamente 7 meses que no llueve. Esto ocurre por tercer año consecutivo y los gringos están que trinan. Para castigar con justa proporcionalidad sus culpas, en media hora llovió un montón, cayeron grandes piedras y un muy fuerte viento dejó todo patas arriba, como debe ser… en Bandera.
Mi pobre Dobherman enfrentó la tormenta ladrando como un desgraciado sin saber quién, ni con qué le pegaba. La perrita (también dobherman, enana), limitada por cuestiones de género solo miraba aterrada a refucilos y perdigones helados… desde su cómoda cucha. Qué extraña parábola para nuestra lucha, ¿no Raúl?
Es cierto que dentro del caos transgénico existe un equilibrio más inexplicable que la naturaleza misma. Después de la arremetida de “la era de la soja” (que duró más de una década), nuestros terratenientes y contratistas hubieron de sufrir la decadencia de la tierra y fracaso tras fracaso, durante 4 años consecutivos. El tiempo demoliendo con salomónica vara sus sueños de codicia y soberbia.
Esto me ha permitido ver la quintaesencia regresiva del gringo santiagüeño: nula vocación por valores y derechos humanos, ausencia de responsabilidad para con el Medio Ambiente y sustentabilidad del sistema, siempre ebrios de dinero fácil en su acotado carnaval 4x4. Y la avaricia caló a fondo su pobre formación holística de “canallas nietos”, última secuencia de los abusadores de la tierra. Digo, porque después de ellos, no habrá tierra, ni podremos renovar el comodato ancestral.
Si graficáramos su paso por este mundo como si fuera un círculo dividido en tres arcos, resultaría que: rapiñan como zorros, depredan como león y, finalmente, mueren como perros.
Estos mezquinos-hipócritas-mentirosos van a dejar una profunda huella de depredación y exterminio. Tanto como me desagrada su origen enfiteuta, me fuerzan a aceptar la parábola del zorro-león-perro como su árbol genealógico.
Porque compartimos sueños ambientalistas, Raúl, te cuento que mañana estaré con el Sr. Juez de los Tribunales Ordinarios de la Ciudad de Añatuya, acompañado por el Intendente y el Presidente H.C.D. (vestidos con elegantes trajes de amianto) en procura de obtener un Recurso de Amparo para la creación de una Zona de Interfase Agro-Urbe libre de agrotóxicos. Que los venenos de las 4x4 no lleguen a las escuelas rurales y dormitorio de la gente… de alpargatas y bicicleta.
Para terminar, te cuento que regular e insidiosamente padezco los dolores de una pseudo enfermedad que ya se hizo crónica: la lucha en soledad y el frío que se siente cuando todos se borran por personalísimas razones que resultan ser solo miedo y egoísmo.
No importa. Me consuela que hace 2000 años, en La Cruz del crimen más famoso de la historia, era una sola “la voz” sufriente…, y mirá el quilombo que armó.
Un gran abrazo y, si estás bien y tienes ganas, contame tus proyectos, esos que como bien dices, siguen en pie...
Victor.