El canal de televisión Telefe de Buenos Aires (Argentina) emitió hace poco en el programa La Liga, un documental sobre la soja transgénica bastante interesante. El documental comienza diciendo: “donde había vacas, hay soja, donde había bosque, hay soja, donde había trabajo, gente y alimentos, hay soja, pero no cualquier soja, soja transgénica”.
La denuncia está realizada y comenzamos a introducirnos en la realidad de la soja transgénica. Los productos utilizados para fumigar la soja, como puede ser el glifosato, acaba con todo, la soja sale indemne de la acción del herbicida, pero las plantas o animales acaban contaminados.
En Argentina han pasado de cultivar un millón de hectáreas de soja transgénica a nada menos que 16 millones, lo que equivale a una deforestación de 300.000 hectáreas cada año.
En principio la soja transgénica fue concebida para paliar el hambre en el mundo, sin embargo, la mayor parte de la producción se encuentra destinada al ganado europeo o de otros países. El documental denuncia no tiene desperdicio alguno y pone al descubierto la realidad económica de un producto que enriquece a unos pocos. La condición de producto beneficioso no puede en ningún caso vincularse a la soja transgénica.
Hoy mismo estábamos hablando sobre la organización EuropaBio y como promovían los alimentos biotecnológicos indicando que estos alimentos son de mejor calidad, más rentables y más respetuosos con el medio ambiente, sería interesante ofrecerles este tipo de documentales para que abrieran los ojos (evidentemente es un comentario irónico ya que deben conocer muchos o todos los efectos que producen sobre el medio ambiente los alimentos transgénicos).
Diversos expertos dan su opinión sobre la soja transgénica y sobre sus usos. La soja no remplaza la leche de vaca ni la carne, así lo indica el ingeniero agrónomo Adolfo Boy, su conclusión es que se trata de una proteína barata para dar de comer a los animales.
Argentina se ha convertido en el segundo productor mundial de soja transgénica, de hecho, el 50% de la producción agrícola es el cultivo de soja, algo que parece haber matado buena parte de la riqueza y la biodiversidad del campo argentino.
A pesar de todo esto, este año se prevé la mayor cosecha de soja transgénica en Argentina, lo que equivale a millones de litros de glifosato vertidos sobre sus tierras, puro veneno para el ecosistema. Recordemos que el glifosato actúa de una manera muy peculiar, interfiere en el metabolismo de las hierbas con las que se pretende acabar en pocos días, los problemas comienzan aquí.
El glisfosato de Monsanto no desaparece tan fácilmente, permanece en el terreno cultivable durante un buen tiempo, la acción de los agentes medioambientales, como puede ser la lluvia, arrastra el producto químico a otros lugares pudiendo acabar con todo ser vivo con el que se tope, no sólo mata plantas, también insectos y puede convertir una zona llena de vida en un terreno yermo, esto es lo que está ocurriendo en Argentina.
Resulta sorprendente saber que se abusa de este herbicida, incluso cuando no se siembra con el propósito de tener los campos limpios de vegetación durante el invierno y facilitar las tareas de siembra. La deforestación y la sequía son cada vez más evidentes y a pesar de ello, parece que el Gobierno argentino sólo se ocupa de la rentabilidad del producto.
Muchos problemas de salud son causa de los herbicidas, pesticidas y todo tipo de productos químicos con los que se trata la soja transgénica, existen algunas pruebas estadísticas de salud que asocian la proliferación de diarreas, neumonías, problemas neurológicos y diversas enfermedades con el aumento del cultivo de soja, datos que parecen ser obviados dado que no se aplica una investigación en firme para tratar de determinar las causas del significativo aumento de los problemas de salud.
La soja transgénica no es en absoluto un producto milagro y es causa directa de muchos problemas allí donde se cultiva, el beneficio económico de hoy será un grave problema el día de mañana. A pesar de todas las evidencias que se muestran, muchas empresas, organizaciones, laboratorios o líderes políticos, manifiestan la seguridad del producto y apuestan por la creación de nuevos transgénicos que deberán ser tratados con el temible glifosato.
En el documental sobre la soja transgénica también podemos conocer qué piensan quienes la cultivan, claramente se puede percibir que intentan desentenderse del tema y hablan por hablar, tan sólo piensan en la producción y el beneficio que les proporcionará. Los agricultores manifiestan que ellos no saben del tema y lo mejor es que los entrevistadores acudan a los científicos y expertos en la materia. Algunos se pronuncian e indican que los pesticidas son un agrotóxico severo que provoca multitud de enfermedades, incluso afectan a los fetos, la incidencia de partos prematuros y abortos también han aumentado significativamente.
Ante imágenes como las que se pueden ver, no cabe duda de que los alimentos transgénicos hoy por hoy son un grave peligro y en absoluto pueden ser salvadores de la humanidad, mejorando la producción y la alimentación mundial. Además de la contaminación genética, el glifosato es otra de las razones por las que no puede existir compatibilidad entre los productos ecológicos y los productos transgénicos, estos últimos se comen a los primeros irremediablemente.
Cada día nos posicionamos más contra los productos transgénicos, a medida que conocemos nuevas informaciones e investigaciones, las dudas se van disipando. Argentina es uno de los países de la soja, un producto que satisface a otros países pero que arruina al suyo propio, recomendamos como complemento ver también el vídeo que aparece en el post semillas transgénicas, sus problemas y consecuencias. Al final, atando cabos no nos queda más que condenar la soja transgénica de Monsanto